miércoles, 4 de noviembre de 2009

De cómo recordarte sin querer hacerlo


Tercera Parte


Decir a rompe y raja que algunos de mis compañeros no les ha ido bien, porque simplemente han muerto (pausa) no es del todo digno. Si me escuchara ahora la madre de ese compañero, a quién, entre paréntesis, estimé mucho, de seguro que me diría un par de chuchás. Me lo merezco, pues finalmente no soy una buena persona, y nadie lo es, en todo caso. Cuando vi a esa preciosa chica en el metro hoy, aparte de mirarla de soslayo, debí haberla ayudado con esa enorme caja que llevaba consigo, porque ahora que hago memoria, tenía cara de afligida. Quizá por eso me miraba, para pedirme ayuda y yo me pasé todos los rollos del mundo. Claro, si venía hablando del concierto al que yo también asistí. Y claro, si como dicen por ahí el amor se sobre lee. Pero bueno, lo acabo de decir, no soy una buena persona. Ni tampoco sé lo que pasa conmigo.



Hay mucha gente que en realidad no son buenas personas. Hay gentes que simplemente dan asco. Con la magnificencia de esa palabra. Asco. Aprovechadores, sinvergüenzas, flojos, mediocres, ganapanes, maleducados, flaites, ladrones, ordinarios, chantas, ineficientes, coimeros, políticos, gente con mala actitud. Y entre ustedes y yo, en lugares decentemente administrados a tipos como estos ya los habrían sacado a patadas en el culo, desde hace mucho tiempo. Pero no pasa nada, pues todo finalmente da asco. Como sea, si estuviese la mamá de mi compañero que en paz descanse, pido las disculpas respectivas. Señora, su hijo era un buen tipo. No formaba parte de esa lista. Era un tipo con buena actitud.


No sé lo que pasa conmigo y me lo he cuestionado varias veces. Creo que me falta motivación. Bueno, en realidad, estoy carente de varias cosas en este momento. Estoy en pleno sufrimiento por un amor no correspondido y creo que haría cualquier cosa, incluso humillarme, por ese amor. La chica del metro, o esa compañera guapísima que encontré por internet, nunca serán como tú.

Si, si sé que me estás escuchando en algún lugar, siempre lo pienso, siempre te imagino caminar atrás de mí. Que me sigues. Y que cuando abra la puerta entrarás y me sorprenderás. Y sé que nunca será así. Por lo mismo, busco siempre una forma de bajarle la persiana al mundo, y siempre detrás de las persianas se encuentra un mundo personal lleno de promesas vacías, de amores rotos y de soluciones desesperadas. Y todo lo que pueda decir; mis historias del pasado, la ausencia de mi padre, de mis ex compañeros, de las carencias afectivas, de la soledad, de no ser una buena persona, de la falta de logros, de las veces que me fui de casa, de las veces que empecé de cero, todo aquello es la descripción perfecta a ese universo confuso de las promesas rotas, a las sacudidas estremecedoras a que es sometido siempre mi sublime mundo conyugal, cuando las bases del amor están corroídas hasta la médula.
Es como el intento descarado de salvar el amor en una gran fiesta swinger y descubrir que ya no hay nada que salvar, y que irónicamente puede que encontremos un nuevo horizonte allí. Entonces, parece que llegar al fondo del abismo es solo el comienzo, el fuego necesario que extingue y la vez fertiliza, la vieja historia de morir para renacer.




Morir para renacer. Creo que si me volviera a escuchar la mamá de mi ex compañero muerto no serían chuchás las que me diría. Seguramente haría una reflexión, así como yo lo acabo de hacer.


Es la muerte la que brinda la posibilidad del renacer, el escape a través del fondo del océano, o sea, transitando la muerte como una bisagra entre vidas, y no como la culminación de todo. Así como Dave Gahan, el vocalista de Depeche Mode, tuvo que morir para volver a ser como era. Renacer. Quizás deba hacer lo mismo. No tengo respuesta para definir lo que pasa conmigo. Pero renacer es una buena opción. ¿Qué dices?Hoy cumplí treinta y tres años. Tú ya debes tener veinticinco. El tiempo ha pasado desorbitadamente. Hace diez años las cosas parecían ser más fáciles. Hoy, antes de meterme al Metro caminé por las calles del centro sin una dirección clara. No sabía a dónde iba, no sabía que buscaba, que quería, solo caminaba. Caminaba esperando encontrar algo que me hiciese cambiar mi bajo estado de ánimo. Cuando creía tener claro dónde ir, lo olvidaba. Cuando suponía lo que quería, me arrepentía de aquello. Fue una mañana fría, pero más fría estaba mi cabeza, sin pensar, sin concretar una sola idea. Solo caminaba, con la sensación de no ahogarme entre la multitud, de no dejarme llevar por mis esporádicos estados de falta de ánimo. Por eso es que no sé lo sucede conmigo. La idea de iniciar un viaje se me hace cada vez más latente. Debería viajar. Irme a recorrer. Tengo unos ahorros. Que por suerte he podido juntar. La plata no es para guardarla, es para disfrutarla. Siempre decías eso. Debería hacerte caso.Si me estás escuchando, y tengo la esperanza de que sí, te espero mañana en el aeropuerto, en destinos internacionales. Dónde alguna vez nos despedimos y no nos volvimos a ver. ¿Hagamos una locura juntos? Una vez hablamos acerca de viajar. Siempre lo hacíamos. Tu querías hacerlo, y yo ahora también. 

No nos vemos desde hace un montón de tiempo, pero siempre estás presente. Tomemos el primer avión con el destino que sea y arranquémonos de todo lo que nos ahoga. De todo lo que nos separa. Te estaré esperando. Vestiré completamente de negro, como siempre, tú sabes, tendré una maleta pequeña, con solo lo necesario. No hace falta equipaje. Llevaré puestos los audífonos que me diste, porque de seguro que estaré escuchando alguna canción que tenga que ver contigo. Una de Depeche, esa que te gustaba tanto. Little fifteen, ¿te acuerdas?..you help her forget, the world outside, you' re not part of it yet, and if you could drive, you could drive her away, to a happier place, to a happier day, that exists in your mind and in your smile, she could escape there, just for a while.

Little fifteen